Ucrania: El anarquismo en el contexto de guerra civil

El viernes 2 de mayo la Casa de los Sindicatos en Odessa fue incendiada. Un total de al menos 42 personas perdieron la vida durante los enfrentamientos en la ciudad, la mayoría de ellas en el incendio y las otras en peleas callejeras. Hay un excelente testimonio en ruso de un testigo presencial de los hechos disponible aquí.

Los acontecimientos comenzaron a desarrollarse cuando combatientes armados pro-rusos AntiMaidan atacaron una manifestación organizada por ultras de fútbol con simpatías nacionalistas. En el ataque hubo muertes, pero pronto los pro-rusos fueron superados. Huyeron de vuelta a su campamento de protesta en la plaza Kulikovo Pole, pero los manifestantes pro-Kiev los siguieron y prendieron fuego al campamento de protesta. Los pro-rusos escaparon a la Casa de los Sindicatos, que en poco tiempo fue incendiada. La propagación del fuego puede verse en este vídeo. A partir del segundo minuto se puede ver una llama tras una ventana cerrada, por lo que es posible que alguno de los incendios fueran iniciados desde el interior. Por ejemplo debido a los accidentes con cócteles molotov que fueron utilizados por ambos bandos durante la lucha. Sin embargo también se puede ver nacionalistas pro-ucranianos lanzando cócteles molotov, lo que les hace al menos parcialmente responsables del fuego.

Hay dudas sobre si el grupo central de pro-rusos que atacaron la manifestación con armas de fuego eran provocadores externos. Pero es cierto que en la Casa de los Sindicatos había gente que nada tenían que ver con el ataque. En una serie de fotografías se puede ver a policías que protegen el núcleo de los atacantes. De todos modos la policía fue muy pasiva durante el incendio, y no interfirió en los acontecimientos. Incluso si la policía no formó parte de una conspiración, por lo menos, actuaron con una absoluta falta de profesionalidad.

Durante el fin de semana tropas del gobierno central y “federalistas” locales habían estado librando una guerra en la ciudad de Kramatorsk en la Ucrania del este. Esto quiere decir que lo que está sucediendo en Ucrania puede ya ser considerado una guerra civil. En las próximas semanas se esclarecerá hasta donde se extenderá la guerra y si Rusia va a interferir.

Me considero un experto en el contexto ruso porque viví en Moscú durante más de 12 años, pero esto no quiere decir que sea un experto en temas ucranianos. Sólo he visitado el país en tres ocasiones en los últimos años, y tengo poco más de 20 amigos allí. Sin embargo, habiéndome familiarizado con Ucrania, comprendí rápidamente que podría ser el escenario de una posible guerra civil. Todos mis amigos ucranianos, sin embargo, estaban absolutamente seguros de que aquello era imposible. A pesar de todas las diferencias entre la Ucrania del este y del oeste, nadie estaba dispuesto a matar en su nombre. Estaban convencidos de que Ucrania nunca podría convertirse en otra Yugoslavia. Todos ellos tenía conocidos, amigos y seres queridos a ambos lados del río Dniéper, y de habla ucraniana y rusa. Pero si uno sólo tiene en cuenta sus propios amigos, cae en la trampa de diferencias de escala, ignorando los mecanismos que generan odio a gran escala.

La guerra no requiere odio personal entre las personas, las razones geopolíticas y económicas son suficientes. Y en Ucrania los intereses geopolíticos son mucho mayores que en Yugoslavia. Si alguien tiene interés en inflamar el odio o la guerra étnica, con un pequeño roce étnico es suficiente. Unos pocos abusos, asesinatos y secuestros, y todo el mundo estará listo para la batalla. Esto ha funcionado ahora en Ucrania, al igual que anteriormente en muchos otros lugares.

Por el momento la “izquierda” occidental parece estar desorientada en relación con la situación en el país. Es porque la “izquierda”, en términos generales, no es un concepto muy útil en la antigua Unión Soviética, ya que puede significar cualquier cosa, desde los socialdemócratas y los anarquistas, a estalinistas que apoyan a Putin. Personalmente prefiero escribir siempre la palabra entre comillas. Me identifico con los anarquistas, no con la “izquierda”, ya que, desde hace bastante tiempo los anarquistas han sido la única fuerza política en Rusia, que unía el espíritu de oposición contra el racismo, el sexismo y la homofobia a la ética de la igualdad social. Hasta hace muy poco no había mucha “nueva izquierda” de tipo occidental en Rusia, con la excepción de un puñado de trotskistas .

Una división dentro de la “izquierda” en Ucrania es completamente predecible y hasta necesaria. En Járkiv la organización callejera estalinista “Borotba” (“Lucha”) ha estado en el lado opuesto de los anarquistas. En esta región de la antigua Unión Soviética, el 99,9 % de la “izquierda” siempre apoyará el imperialismo por el bien de “estar con el pueblo”. Ya es hora de que los anarquistas rechacen la etiqueta de “izquierda”. Nosotros no tenemos nada en común con esa gente.

Pero los anarquistas también pueden ser fácilmente manipulados con palabras de moda tales como “autoorganización” y “democracia directa”. Por ejemplo Boris Kagarlitsky, un intelectual ruso ampliamente conocido entre la “izquierda” occidental y un invitado frecuente de los Foros Sociales Mundiales, ha encontrado terreno fértil en el este por el uso de estas palabras de moda.

Al parecer los anarquistas de Ucrania y Rusia no fueron capaces de prever el desarrollo de los acontecimientos que han conducido a la guerra civil. El movimiento Maidan sólo se había debatido desde el punto de vista de que podría ofrecer algo mejor que el régimen de Yanukovich. No se esperaba que Rusia reaccionase a un victoria del Maidan fomentando de manera consciente el conflicto, y que la situación eventualmente pudiese llegar a una guerra civil.

Mientras que Rusia es el principal proveedor de maquinaria de propaganda y armas del conflicto, los países occidentales no lo están haciendo mucho mejor, ya que sólo reconocen los intereses del nuevo gobierno en Kiev y presentan al movimiento de Ucrania del este como unas simples marionetas de Rusia. El brazo armado de los “federalistas” son sin duda títeres del Kremlin, pero si no fuera por el descontento generalizado y las protestas contra el nuevo régimen en Kiev, no habría aparecido este brazo armado.

No creo que una guerra civil sea el objetivo del Kremlin. En primer lugar quería desestabilizar Ucrania al máximo con el fin de que Kiev renunciase a cualquier intento de recuperar el control de Crimea. Ahora la situación está fuera del control del Kremlin, y puede que tenga que enviar tropas regulares a Ucrania con el fin de cumplir con la promesa de apoyo que ha dado a los “federalistas”.

El gobierno de Kiev ha dado tantos “ultimátums finales” que fueron rápidamente olvidados, y ha anunciado tantas “operaciones antiterroristas” inexistentes, que es evidente que tiene muy pocas tropas listas para la batalla. En realidad las tropas del gobierno central han pasado unas cuantas veces a la acción con resultados tragicómicos. Por lo tanto el gobierno entiende que todavía se cuestiona si tendría éxito en un guerra civil a gran escala. Sin embargo, también entiende que la guerra puede ayudar a disciplinar la sociedad, estabilizar el nuevo orden y relegar las promesas dadas al Maidan al olvido. Con el tiempo ambas partes han llegado a comprender que podría ser necesario para sus intereses desencadenar una guerra a gran escala, aunque no hubiera sido el plan inicial.

Los desacuerdos dentro del movimiento anarquista

En el transcurso de los acontecimientos los movimientos anarquistas de Ucrania y Rusia se han dividido en tres partes diferentes. El primer grupo se ha concentrado en producir declaraciones para Internet, en contra de ambos lados del conflicto. Para ellos el mantenerse fuera de cualquier proceso social es casi un principio y sólo quieren hacer seguimiento y evaluar. La participación en la protesta social no es su objetivo, ya que prefieren mantener sus manos limpias. Como en cada proceso participan o los liberales repugnantes, los odiados nacionalistas, los horribles estalinistas, o los tres al mismo tiempo, u otros indeseables, uno no puede participar nunca plenamente en nada y la única alternativa es quedarse en casa y publicar declaraciones en Internet escribiendo cómo todo va de mal en peor. Sin embargo, la mayoría del tiempo estas declaraciones son sólo obvias banalidades.

El segundo grupo lo componen los que se entusiasmaron con todo el espectáculo de los disturbios (“riot porn”) y la violencia contra la policía de Kiev, sin tener en cuenta quién ejecutaba esta violencia y en interés de quién. Ciertos antifascistas incluso llegaron tan lejos que empezaron a defender la “unidad nacional” en el Maidan, y amenazaron a algunos anarquistas de Kiev por sus críticas al Maidan y su negativa a participar. La mayoría de esta gente son sólo fans de la violencia contra la policía sin ningún marco teórico, pero algunos quieren darle al Maidan un imaginario sabor antiautoritario, equiparando la junta general del Maidan (“Veche”) con los consejos revolucionarios establecidos durante las revoluciones del siglo XX. Basan esta afirmación en las demandas sociales ocasionalmente presentadas en el Maidan, pero estas demandas siempre han sido marginales dentro de la agenda del Maidan.

Una de estas demandas marginales fue la propuesta de que los oligarcas paguen una décima parte de sus ingresos en impuestos, lo cual, en general, correspondía con las ideas del populismo nacionalista. Sin embargo, las demandas del Maidan de Kiev estaban muy lejos de exigir que los oligarcas devolvieran los miles de millones robados a la sociedad. En Vinnytsa y Zhitomir hubo un intento de expropiar fábricas de propiedad de capital alemán, pero fue el único caso que conozco que intentó ir más allá del contexto nacional-liberal.

En cualquier caso, el problema principal en el Maidan no era la ausencia de una agenda social y de democracia directa, sino el hecho de que la gente ni siquiera lo exigía. Incluso aunque todas las participantes repetían que no querían otra “revolución naranja”, como en 2004, ni que volviese Yulia Timoshenko, al final del día, el magnate del chocolate Poroshenko y el boxeador Vitaly Klichko están liderando las encuestas. Ésta fue la elección del pueblo una vez se cansaron de la vía revolucionaria, tal como la proponían los nacionalistas radicales de “Pravy Sektor” (Sector de Derechas). A partir de ahora la gente quiere volver a “la vida normal y corriente”, a la vida de antes de Yanukovich, y no están dispuestos a hacer los sacrificios que los nuevos acontecimientos revolucionarios exigen. La democracia representativa es, en efecto, como una hidra, si cortas una cabeza, dos crecerán en su lugar.

Sin embargo, ninguno de los temores de “golpe de estado fascista” se han materializado.
Los fascistas GANARON muy poco poder real, y en Ucrania su papel histórico es ser los soldados de asalto para las reformas liberales que exige el FMI y la Unión Europea – es decir, recortes de pensiones, la subida de más de cinco veces del precio de consumo de gas, y otras medidas. El fascismo en Ucrania tiene una larga tradición, pero ha sido incapaz de poner en marcha su propio programa en la ola revolucionaria. Es muy probable que el partido “Svoboda” (“Libertad”) se haya desacreditado por completo ante sus votantes.

Pero cualquiera que hubiera tratado de intervenir, anarquistas incluidos, habría encontrado el mismo destino – es decir, ser marginalizado después de todo el esfuerzo. Durante las protestas, anarquistas y la “izquierda” miraban hacia el Sector de Derechas con envidia, pero al final de todo la visibilidad y notoriedad, por las que pagaron un alto precio, no ha sido suficiente para ayudar al Sector de Derechas a ganar una influencia real.

Si los anarquistas de Kiev hubieran escogido la posición de “observadores neutrales” después de que Yanukovich disparase a los manifestantes, los habría desacreditado completamente. Si después de ser fusilados, la clase obrera, o más exactamente “el pueblo”, es decir, la clase obrera junto con la capa más baja de la burguesía, no hubieran derrocado a Yanukovich, la sociedad ucraniana caería en un sueño letárgico, experimentado ya en la actualidad por las sociedades rusa y bielorrusa. Obviamente, después de la masacre no había otra opción posible excepto derrocar el poder, no importa lo que viniera en su lugar. Los anarquistas de Kiev estaban en posición de influir significativamente en la situación, pero mantenerse al margen ya no era una opción.

Y así llegamos a la tercera posición adoptada por anarquistas, la “centrista” – entre el afán por acción sin pensamiento previo y las declaraciones “neutrales” en Internet. El grupo de los anarquistas realistas entendió, que incluso si las protestas del Maidan prácticamente carecían de un programa positivo significativo, algo había que hacer o en el FUTURO sería terrible .

Los límites de la intervención

Los anarquistas de Kiev participaron en una serie de iniciativas importantes durante la oleada revolucionaria – en primer lugar, la ocupación del Ministerio de Educación, y el asalto contra la Oficina de Inmigración por parte del grupo local de “No Border”, que estaba buscando pruebas de cooperación ilegal con los servicios de seguridad de países extranjeros. Pero la intervención anarquista más exitosa fue la de Járkiv, donde el Maidan era relativamente débil, pero también más libre de influencia nacionalista.

Sin embargo, este centrismo tiene sus propios problemas. Por un lado, puedes ayudar sin querer a que las fuerzas equivocadas GANEN poder, también desacreditando la protesta radical. Un segundo problema sería que podrías terminar luchando en una guerra que no es la tuya. Cuando el AntiMaidan atacó el Maidan en Járkiv, su enemigo imaginario no fueron los anarquistas, sino la OTAN, la UE o los fascistas occidentales de Ucrania. Ya que los anarquistas se habían unido al Maidan, habría sido una cobardía abandonar la lucha una vez comenzada. Así, los anarquistas acabaron luchando codo con codo con los liberales y fascistas. No quiero criticar a los anarquistas de Járkiv; después de todo, lo que hicieron fue, tal vez, el intento más serio entre los anarquistas ucranianos de influir en el trascurso de los acontecimientos, pero ésta apenas era su lucha, y éstos no eran en absoluto los aliados que querían.

Y así llega el momento en que la deserción se convierte en imperativo, y es cuando comienza la guerra civil. Hasta ahora todavía es demasiado pronto para hacer una evaluación definitiva de los intentos anarquistas por influir en el Maidan, y tras el comienzo de una guerra civil, el Maidan ya no juega ningún papel. A partir de ahora, las asambleas se convertirán en ejército, y los rifles de asalto reemplazarán los cócteles molotov. La disciplina militar reemplazará la organización espontánea.

Algunos partidarios de la organización ucraniana “Borotba” y el Frente de Izquierda rusa han declarado que están tratando de hacer las mismas cosas que los anarquistas hicieron en el Maidan, es decir, protestar directamente por demandas sociales. Pero el AntiMaidan no tiene estructuras de democracia directa, ni siquiera distorsionadas. Adoptaron rápidamente el modelo de las organizaciones jerárquicas, militares. El liderazgo del AntiMaidan se compone de ex-agentes de policía y de la reserva del ejército. No intenta ejercer influencia a través de las masas, sino con el poder militar y las armas. Esto tiene mucho sentido, teniendo en cuenta que según una reciente encuesta incluso en la zona más pro-“federalista”, en Lugansk, apenas un 24 % de la población está a favor de la toma armada de estructuras gubernamentales. Es decir, el AntiMaidan no puede alcanzar la victoria a través de manifestaciones masivas.

Considerando que en su esencia el Maidan era una protesta liberal de clase media y nacionalista, con el apoyo de parte de la burguesía, el AntiMaidan es de tendencia puramente contra-revolucionaria. Por supuesto que el AntiMaidan tiene sus bases populares. Un intento anarquista de intervenir en el movimiento significaría apoyar el enfoque soviético e imperialista. El Partido Comunista de la Federación Rusa, Borotba, el Frente de Izquierda Ruso y Boris Kagarlitsky se han sumado a este sector chovinista soviético. Intervenir en el Maidan sólo tenía sentido siempre y cuando el enemigo fueran las fuerzas de policía Berkut y matones a sueldo. Cuando los oponentes son participantes del AntiMaidan desorientados, ya no tiene sentido luchar en las calles.

Cuando se mira a ambos lados del conflicto se puede ver una tendencia peligrosa, con la que cada anarquista y antiautoritario se enfrentará en el FUTURO: la recuperación de la retórica y terminología anti- autoritaria para fines de ideologías jerárquicas. Por un lado tenemos a los “nacionalistas autónomos”, que han encontrado la simpatía entre muchos anarquistas, y, por otro, los intelectuales como Boris Kagarlitsky. Ambos lados caracterizan facciones en guerra con atributos tales como “democracia directa” y “autoorganización”. En realidad, estas características están, o bien, presentes de una forma distorsionada, o no están presentes en absoluto. Cuando dos diferentes sabores de nacionalismo son “autorganizados” con el fin de mutilarse y asesinarse entre sí, no hay nada que celebrar. Tras los acontecimientos en Ucrania, está claro que los anarquistas deben explicar al mundo la diferencia esencial entre la “autoorganización” y la autoorganización.

Según la encuesta de opinión a la que se hace referencia más arriba, en la Ucrania del este como conjunto sólo el 12 % de la población apoya las acciones armadas de los “federalistas”, mientras que al gobierno de Kiev le apoya un 30 %. El restante 58 % no apoya a ninguno de ellos, y en condiciones de guerra civil, esta es la mayoría con la que debemos contar. Debemos alentar la deserción y la prevención de conflictos. En cualquier otra situación, y si los anarquistas tuvieran más influencia, podríamos formar unidades independientes en contra de ambas facciones beligerantes.

Civiles desarmados han detenido baños de sangre en varios lugares moviéndose entre las tropas como escudos humanos. Si no fuera por este tipo de desobediencia civil, una guerra a gran escala habría estallado mucho antes. Deberíamos apoyar este movimiento y tratar de dirigirlo al mismo tiempo contra los “Federalistas” y las tropas del gobierno. En caso de que Rusia reaccionase, ya sea mediante la ocupación de partes Ucrania del este, o el país en su conjunto, podríamos tomar el ejemplo de los partisanos anarquistas de la época de la Segunda Guerra Mundial en Francia e Italia. Bajo tales condiciones, el principal enemigo es el ejército de ocupación, que generaría muy rápidamente en toda la población gran hostilidad hacia el invasor. Pero también es necesario mantener la máxima distancia de los elementos nacionalistas de la resistencia, pues cualquier alianza con ellos dificultaría que anarquistas realizasen su propio programa en el marco de la resistencia.

Los acontecimientos de Odessa son una tragedia, y es posible que entre las que murieron en la Casa de los Sindicatos también hubo personas que no participaron en la escalada de violencia. Las personas que lanzaron cócteles molotov al edificio debían haber entendido las consecuencias. Aún cuando el incendio no fue exclusivamente su culpa, no fue por falta de intentos.

En caso de que la guerra civil se extienda, estas muertes son sólo el comienzo. No cabe duda de que en ambos lados la mayoría sólo quiere una vida mejor para los suyos y su tierra, y que muchos odian a los gobiernos y oligarcas en igual medida. Cuantas más personas sinceramente ingenuas mueran, mayor será la presión para apoyar a una de las facciones en la guerra, y debemos luchar contra esta presión.

Aunque en ciertas ocasiones creemos que puede valer la pena respirar gases lacrimógenos o sentir la porra policial en una revolución burguesa, no tiene ningún sentido en absoluto morir en una guerra civil entre dos bandos igualmente burgueses y nacionalistas. No sería otro Maidan, sino algo completamente diferente. Ninguna sangre, anarquista o de cualquier otro, debería derramarse por esta estupidez.

Antti Rautiainen

Original en: avtonom.org

http://www.antimilitaristas.org/spip.php?article5453